Argentino celebró las bodas de plata de una obra visionaria y monumental que jerarquiza a la localidad y el fútbol de la Liga Beccar Varela. Su infraestructura es a menudo escenario de grandes finales.
El 20 de junio de 1986, bajo la presidencia de Modesto Marrone, el Club Deportivo Argentino inauguraba su más grande logro y orgullo: el Estadio Monte Maíz, inserto en el Complejo Deportivo de la institución.
Postal emblemática del grupo de soñadores levantando el cartel que anuncia la obra.
Desde entonces su imponente infraestructura se ha convertido en el ícono por excelencia, de jornadas memorables y postales multitudinarias en el ámbito de la Liga Dr. Adrián Beccar Varela. Como en todo proceso la por entonces utopía de estos "Trabajadores de Argentino" había comenzado a gestarse años atrás. Más precisamente en 1980, con la compra de un terreno de seis hectáreas en el Barrio Barracas, se produjo en el club un hecho del que quizás no se tomó plena conciencia sino con el paso del tiempo. Seis años después de aquella adquisición visionaria, la cristalización de una obra monumental sentó asimismo las bases de una nueva etapa. Sello distintivo de tiempos de progreso y proyección, que tendrían luego su correlato en lo deportivo con títulos en todas las divisiones y la gran campaña de Argentino en el Torneo del Interior 92/93, eliminado a tres instancias del ascenso directo a la B Nacional que lograría Gimnasia y Esgrima de Jujuy.
Una de las más monumentales obras deportivas del sudeste provincial, se pudo concretar en sólo 22 meses gracias al esfuerzo desinteresado de los hinchas de Argentino, cuyos brazos fueron la maquinaria constructora que levantó el estadio. Agosto del ‘84 fue la fecha clave, cuando un grupo de simpatizantes lanzó el desafío de hacer un estadio nuevo en el predio adquirido cuatro años atrás en el sector Este del pueblo. Muchos fueron los obstáculos a superar, no sólo los económicos. También hubo que resolver el trauma de abandonar el lugar de origen, pasando del originario Barrio Gobbato al Barracas, identificado por entonces con el club rival. Con los vaivenes inflacionarios de entonces, en algunos se instaló asimismo la incertidumbre de no saber si tamaña obra se podría terminar algún día.
658 días de trabajo, 3.500 bolsas de cemento, 76 columnas de concreto, 35 pares de brazos trabajando todos los días, y un promedio de 180 colaboradores los fines de semana, son sólo un breve puñado de cifras que seguramente no alcanzan para dimensionar el inmenso esfuerzo de toda la gente de Argentino, con el presidente Modesto Marrone a la cabeza, para levantar de la nada el Estadio de fútbol más espectacular del sudeste de Córdoba. Dirigentes, socios, hinchas y colaboradores realizando mil tareas en forma gratuita. Domingos de clásico trabajando en el Complejo, esposas y novias cebando mate, y tantas otras imágenes y momentos vuelven a la mente, en el saludable ejercicio de recordar con orgullo y emoción el génesis de esta obra colosal. Por entonces también se hizo carne en ese grupo aquella frase que desde un cartel se mantuvo presente durante los 22 meses que demandó la construcción del estadio: "Las grandes obras de las instituciones las sueñan los santos locos, las hacen los luchadores natos, las aprovechan los felices cuerdos, y las critican los inútiles crónicos".
Aquel Día de la Bandera, los aún incrédulos simpatizantes Rayas asistían a un festejo monumental con motivo de la inauguración del Estadio Monte Maíz y su Complejo Polideportivo. El club de orígenes humildes y rebeldes, confiaba a la memoria histórica la vieja cancha de Barrio Gobbato, trasladando sus ilusiones y desvelos al otro extremo de la localidad. Luego del mediodía, la atención de toda la región se centró en la entonces lejana calle Formosa, puerta de entrada a un gran sueño hecho realidad. Mientras se esperaba la llegada de las autoridades, el prestigioso cuarteto vocal folklórico Opus 4 cantó para quienes iban colmando las instalaciones y la Banda Militar de Río Cuarto llenó de sones marciales el aire. Miles y miles de asistentes aplaudieron emocionados el excelente cuadro gimnástico preparado por profesores y alumnos del Instituto Sagrado Corazón, que finalizó con la inscripción "Argentino Crece" y la formación del escudo Raya en el centro del campo de juego.
Después llegaron los discursos de Eduardo Angeloz y el presidente Modesto Marrone, el puntapié inicial compartido entre el entonces Gobernador de la provincia y la recordada madrina del club, Zulema Labarre; y a posteriori, el partido entre Argentino y la promisoria División Reserva de River Plate. El Raya se reforzó con jugadores de todos los clubes de la liga, además de Sergio Piñero -que de esa manera se despidió de la práctica activa del fútbol- y Daniel Fernández, único futbolista montemaicino que llegó a jugar en la Primera División de AFA, consagrándose además campeón con Ferro Carril Oeste. Por su parte, River Plate, con la dirección técnica del emblemático Fernando "Nano" Areán, presentaba en sus filas a futuros cracks como Claudio Caniggia, Mariano Dalla Líbera, Fernando Kuyumchoglu, Fabio Spotorno, Flavio Talarico, Pedro Salaberry, el arquero José Miguel, y otros jugadores no menos importantes.
Más allá del anecdótico 5 a 2 en favor de los riverplatenses, la historia de ese día dirá que el primer gol Raya en el nuevo estadio lo consiguió Daniel Fernández, mediante la ejecución de un tiro penal. Mientras que la otra conquista local correspondió a Carlos Rassol. Cuatro días después de aquella jornada inolvidable, el propio Rassol convertiría el primer tanto oficial de Argentino en su nuevo campo de deportes. Fue triunfo por 2 a 1 frente a Unión de General Ordóñez, anotando Jorge Josa el gol que posibilitó el debut con triunfo en las flamantes instalaciones de la nueva cancha.
Han pasado ya 25 años desde aquel hito. Quizás, los más gloriosos de la historia del Club. Cuatro campeonatos de liga (1991, 1993, 1996 y 2006), un torneo Apertura (1990), un Interligas (1992), la trascendental participación en el Torneo del Interior de A.F.A. 92/93, seis títulos en reserva (1994, 1995, 2000, 2002, 2003 y 2006) y varios en diferentes categorías a nivel infanto juvenil, junto a un sólido y permanente crecimiento deportivo e institucional, acompañaron el tremendo salto cualitativo y cuantitativo en infraestructura que Argentino dio en 1986. A lo largo de este cuarto de siglo, el estadio ha sufrido modificaciones, ampliaciones, refacciones, y también el cruel castigo de las fuerzas de la naturaleza. Pero allí está, de pie, incólume y con la imponencia de su estructura. El orgullo de toda la región es un testigo irrefutable de la veracidad y vigencia del lema que lo acompaña desde su nacimiento: "Argentino crece". Los Trabajadores de Argentino lo hicieron posible.
Producción y fotografías: Héctor Pastorino